Me resulta difícil pensar en propaganda sin acordarme del Tío Sam del US army. "I want YOU", señalaba con cara de pocos amigos.
No sé a ustedes, pero a mí mis tíos siempre me han malcriado. En Navidades me regalaban juegos, en vez de ropa, me compraban chuches y competían para llevarse el premio al tío más molón. El problema de España es que no nos quedan tíos a los que pedir la propina. Tampoco ese tío de pueblo con bar al que puedes echar una mano un verano a cambio de cuatro perras.
En España ya no nos quieren en casa. Por eso, los gobiernos permiten los deshaucios por,impago de hipoteca. Por eso, nos animan a marcharnos. A Laponia o a la Conchinchina. Fuera bicho, España no te quiere.
Y así, en mi ciudad, como en muchos otros lugares fuera de España, las tabernas ya no tienen mecánicos y albañiles. Ahora te tomas tu cerveza con un ingeniero químico, un periodista, un creativo o un diplomado en turismo.
Los tertulianos de ahora son jóvenes, tienen estudios, no se acobardan aprendiendo idiomas y tienen iniciativa. Pero, aunque sean trabajadores preparados, su país les anima a que no vuelvan a casa más que 15 días de agosto. España ya no tiene tíos.