Dentro de unos días se cumplen 28 años de la intentona de Golpe de Estado protagonizada por el teniente coronel Tejero en el Congreso de los Diputados. Una tentativa de acabar con el régimen democrático de la España de la Transición que preocupó y asustó a los españoles a partes iguales. Ese lunes, 23 del mes de febrero de 1981, el general Milans del Bosch sorprendía a los habitantes de Valencia y sacaba a pasear sus tanques, a la par que declaraba de motu propio el estado de excepción.
Mientras media España permanecía pendiente de las televisiones y los aparatos de radio, el Rey Juan Carlos I, en calidad de Jefe de Estado, pronunciaba un discurso en favor de la democracia. Muchos tuvieron miedo de volver a una dictadura militar y aseguran que más de uno tenía la maleta a medio hacer, a la espera de saber cómo avanzaba la situación. El discurso del Rey, que recordó que tenía la última palabra sobre todas acciones de las Fuerzas Armadas, quitó el miedo del cuerpo a quienes, implicados en sindicatos y partidos democráticos, veían como solución el exilio.
España, a día de hoy, es un país con una Democracia estable que, a diferencia de la economía, puede con las injerencias de diferentes sectores de la sociedad. La banda terrorista ETA sigue matando después de 28 años, pero ya no lo hace con tanta fuerza. Su aparato militar está debilitado por la presión policial y su rama política está ilegalizada. Tampoco vemos que España se haya roto, como aseguraba el Partido Popular hace meses, y proyectos como el Plan Ibarretxe han sido rechazados por los políticos y la sociedad española. La monarquía, que en su día fue garante de democracia, no tiene sentido en un país políticamente estable y eso es algo que los hijos de la generación del 23-F tienen muy claro. La monarquía se debería haber acabado con la Transición.
Mientras media España permanecía pendiente de las televisiones y los aparatos de radio, el Rey Juan Carlos I, en calidad de Jefe de Estado, pronunciaba un discurso en favor de la democracia. Muchos tuvieron miedo de volver a una dictadura militar y aseguran que más de uno tenía la maleta a medio hacer, a la espera de saber cómo avanzaba la situación. El discurso del Rey, que recordó que tenía la última palabra sobre todas acciones de las Fuerzas Armadas, quitó el miedo del cuerpo a quienes, implicados en sindicatos y partidos democráticos, veían como solución el exilio.
España, a día de hoy, es un país con una Democracia estable que, a diferencia de la economía, puede con las injerencias de diferentes sectores de la sociedad. La banda terrorista ETA sigue matando después de 28 años, pero ya no lo hace con tanta fuerza. Su aparato militar está debilitado por la presión policial y su rama política está ilegalizada. Tampoco vemos que España se haya roto, como aseguraba el Partido Popular hace meses, y proyectos como el Plan Ibarretxe han sido rechazados por los políticos y la sociedad española. La monarquía, que en su día fue garante de democracia, no tiene sentido en un país políticamente estable y eso es algo que los hijos de la generación del 23-F tienen muy claro. La monarquía se debería haber acabado con la Transición.
1 comentarios:
mmmmm....no sé no sé..también dicen que e smás barato pagar una monarquía que un sueldo vitalicio a cada jefe de estado!jaja
pero bueno, yo de esto no entiendo, sólo soy artista, y no siemrpe..ajja
besooos!
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